Algunas Reflexiones sobre la Era del Conocimiento.

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Como ocurrió en el antiguo Egipto con la labor de los escribas,  dejándonos para la posteridad sus anotaciones sobre la vida cotidiana del país, o en la edad media, con la transmisión del conocimiento sagrado en los monasterios, la labor de compilación de algunas de las más relevantes noticias que van apareciendo en internet, se hace obligada. Sin embargo, el principal medio de difusión de conocimientos, va a girar en torno a los videos en detrimento del texto. No se trata exactamente de copiar literalmente la información, sino de contarla de manera personal, facilitando la divulgación de la misma. Nunca hubo tanta comunicación como en la actualidad.  Si a mediados del siglo XVIII apareció la revolución industrial en Inglaterra, ésta nueva revolución se la puede considerar como la del conocimiento, por el desarrollo de internet.

Esta ingente información necesita de un análisis profundo y de contrastar y determinar la veracidad de la misma. En éste escenario, los principios del periodismo, no pueden ser mejor aplicados. La figura pues, del «relatador de hechos», aparece con fuerza. Es una persona que se dedica a buscar datos, cuantificando su valor y en última instancia, redactando las propias conclusiones a las que ha llegado. Internet ha enriquecido el conocimiento que teníamos del mundo y lo ha multiplicado, ofreciéndonos un amplísimo panorama, que los limitados medios de comunicación en prensa escrita principalmente, no conseguían reflejar ni por asomo. Pero además, la elección del propio interesado para buscar temas de su interés con detalle a través de los buscadores, convierte a este medio en una plataforma interactiva que le permite conocer toda la información de que se dispone en un momento dado de un asunto y ampliarla posteriormente, ahondando más en diferentes fuentes, lo que le posibilita desarrollar sus propias ideas, lejos de cualquier manipulación interesada de terceros. Esto es lo que los blogs hacen. Crean valor con las ideas y el conocimiento.

Otra de las contribuciones más decisivas de internet ha sido la formación de una «conciencia global», en todos los que usamos este medio. Nos hemos dado cuenta, de que aunque el mundo en el que habitamos es grande y diferente, la red ha hecho más cercano y familiar cualquier lugar del mundo, por lejos que esté, permitiendo tomar conciencia del importante papel que jugamos en el mundo y del lugar que por derecho propio les corresponde a los demás, formándose un vínculo invisible de fraternidad entre todos los seres que habitamos este planeta, basado en el corazón.

La caja de las sorpresas, se ha abierto, mostrándonos revelaciones, de las que nunca tuvimos conocimiento y de las que los medios de comunicación de masas, se cuidaron mucho de revelar al común de los mortales. Este viaje hacia el deseo de saber, de conocer de primera mano, aunque te puedas equivocar en tus conclusiones, (pero eres tú quien se equivoca), ha permitido ampliar nuestra visión del mundo, hasta límites insospechados. Preguntas a las que la ciencia nunca antes nos respondía; el encuentro con una nueva perspectiva de lo que significa el sentido trascendente del ser humano, lejos de las manipulaciones de las religiones; el descubrimiento de una nueva historia de los orígenes de la Humanidad diferente a la que nos habían contado. El viaje ha comenzado, pero es un viaje personal, al encuentro de esas respuestas que todo ser humano necesita encontrar. Creo que nunca hemos tenido tantas oportunidades como ahora, de ser protagonistas reales de nuestra historia personal y global, en vez de ser convidados de piedra.

El nuevo mundo ya se abre paso con fuerza, a través de cambios poderosos que están ocurriendo, a nivel físico, energético, mental, de transmutación genética, que nos trastocan hasta la más íntima fibra de nuestro ser. Al igual que dedicamos tiempo para nuestra actividad laboral, es vital dedicarnos tiempo a nosotros mismos, a riesgo de no comprender qué está pasando. Hay que pararse. Esto no es un lujo ni un capricho, sino una legítima y soberana decisión para conectar con lo único que con certeza tenemos: el Ser. Nuestra esencia.