
En 1977, en la céntrica calle de Preciados, miles de madrileños se manifestaron contra la carestía de la vida, en la que se considera la primera expresión del ejercicio del derecho a la manifestación, después de la muerte del general Franco.
Volvemos la mirada atrás para acercanos al gran acontecimiento social que se produjo en octubre de 1977, en el que miles de madrileños se echaron a las calles, para protestar por la carestía de la vida.
Esa misma carestía de la vida, llevamos años y años soportándola y aunque se han producido manifestaciones, esta cuestión ha quedado diluída por otros aspectos más generalístas, como el problema de los desahucios, la corrupción, la inoperancia de la Justicia o el alto desempleo, por poner unos pocos ejemplos de no menor importancia.
No obstante este problema es de vital importancia, porque ha afectado a la clase media, que ha sido literalmente despojada de su renta, para sufragar un estado sobredimensionado y con constantes incrementos en el gasto público, que aún a dia de hoy, sigue persistiendo. Me pareció inaceptable la respuesta dada por la Consejería de Presidencia, Justicia y Portavocía del Gobierno de la Comunidad de Madrid a través del Sr. Jesús Manuel Marino, cuando les propuse la necesidad de que a las personas desempleadas, se les aplique una importante rebaja en las tarifas del transporte público; primero, porque no se encuentran en la misma situación económica que las personas trabajadoras en cuanto a ingresos, y segundo, porque es vital que se les faciliten los desplazamientos, para que puedan encontrar cuanto antes un empleo. Cuando menos, resúlta poco solidario y viene a demostrar, el contínuo afán de recaudación de todos los entes públicos y no ya privados, que no se atienen a las especiales circunstancias que puedan tener grupos especialmente vulnerables, salvo en contadas excepciones.
La respuesta dada por el Consorcio Regional de Transportes, fué que la utilización del transporte público es objeto de una importante subvención por parte de las distintas administraciones públicas, que financian en más de un 50 % los costes totales del sistema de transportes de la Comunidad de Madrid.
Desde luego esta respuesta, viene a demostrar, la ineficacia en el estudio y la rentabilidad de muchas de las infraestructuras que se han hecho en España, que por su alto coste y endeudamiento, año tras año, repercute en los bolsillos de los ciudadanos con incrementos tarifarios sistemáticos. Este tema concreto también podría extrapolarse a la alta velocidad en España, sólo asequible para los bolsillos más pudientes, por mucho anuncio a bombo y platillo de la ministra de fomento, de anunciar que van a haber importantes rebajas en su precio.
Con la entrada de España en la zona euro en enero de 2002, se produjo un nuevo golpe de efecto en el ya esquilmado poder adquisitivo de los ciudadanos, traduciéndose esta entrada, en incrementos de precios de más del 50 % sin ningún control por parte del gobierno. El euro nos ha costado muy caro y ha incrementado las desigualdades entre lo que se suponía íba a ser una armonización del poder adquisitivo europeo. Éste libre mercado de precios hasta el infinito en asuntos tan cruciales como la vivienda, un derecho reconocido en nuestra Constitución, es lo que ha propiciado una suma de elementos desestabilizadores de nuestra economía, en el que el papel fundamental en ella de las clases medias, ha sido destruído. Con afirmaciones no sólo desde el Banco de España, sino desde instituciones europeas y del Fondo Monetario Internacional, en el sentido de que en España se deben de bajar los salarios, estén Vds. completamente seguros, de que no se saldrá nunca de la crisis y refleja hasta qué punto nuestras instituciones están a años luz de la realidad social; esas mismas que presuponemos que lo van a arreglar todo y que muestran que no tienen ni idea de lo que significa que una economía funcione.
Los incrementos de precios, siguen produciendose a pesar de la fuerte recesión por la que está atravesándo la economía española en particular. Si nos centramos en la cesta de la compra, podemos observar cómo en apenas dos años, muchos alimentos básicos han subido más de un 100 %; en especial nos referimos a las frutas y verduras, tan esenciales para una vida digna. ¡Tal vez ahora, se persiga que sólo tengan derecho a comer los más ricos!. La causa de este incremento de precios viene determinada por el llamado «cártel de la distribución», por la ausencia de una ley estatal que garantice precios justos y controlados desde el origen hasta el puesto de venta. Pero también, seguimos sin atajar el problema del alto coste energético de España de una vez por todas, por los grandes oligopolios creados, con un sistema energético, que se resiste a desaparecer en su esencia actual y a transformarse.
Desde hace mucho tiempo, han aparecido fruto de años de investigación científica, numerosas tecnologías limpias revolucionarias (no hablámos de los generadores eólicos, subvencionados con dinero público y que no son rentables!), que han sido silenciadas por los gobiernos, y que solventarían el alto coste económico y medioambiental soportado por España y otros países dependientes energéticamente de terceros. La revolución ya está ahí, pero no desean aplicarla, porque trastocaría todo el sistema de poder. En éste panorama, la posición del consumidor como fuerza de cambio transformador es fundamental. El conocimiento, fruto de nuestra propia responsabilidad y con ello la conciencia de cada uno, son factores claves para que se empiecen a producir cambios inimaginables y tangibles: el llamado cambio de paradigma.
Aquélla manifestación multitudinaria de 1977, que reunió a 500.000 personas reflejaba toda la rebeldía y frescura de un pueblo que empezaba a respirar aires de libertad con la instauración de la joven democracia un año después, con consignas como «Pan, trabajo y libertad», «Viva la lucha de la clase obrera!», «!Es demasiado, es demasiado, todos los currantes nos hemos juntado!», y vuelve a poner de manifiesto otra vez de actualidad, que en economía, no se puede actuar de espaldas a los trabajadores.
El 17 de septiembre de 2012, la publicación alemana «Eternity», publicó un artículo de la corresponsal alemana Stefanie Claudia Müller, sobre la situación de España, que fué muy mediático y relevante. Por su importancia capital y por el interés que puede tener para los lectores, enlazo con su contenido en un archivo PDF.