Había visto hasta la saciedad, esas fotos de la torre inclinada de Pisa, en los libros de geografía y arte cuando estudiaba, y confieso que no parecía atraer mi atención más que en la curiosa inclinación de la torre. Pero a raíz de un viaje a Florencia, que merece otra reseña aparte, hice escala en Pisa. No sé si fue por el día soleado que hacía, o más bien, por los méritos que reúne la Piazza dei Miracoli, el caso es que me sentía de maravilla en aquél lugar, fascinado por una arquitectura poseedora de tanta belleza y armonía. No en vano, fue declarada Patrimonio de la Humanidad.
Para aquellas personas que no viven en Europa y vienen por primera vez al continente europeo, les produce un shock en sus sentidos, encontrarse de repente con estas impresionantes construcciones legadas por la rica historia europea. Surcoreanos, japoneses, franceses, americanos, todos estaban allí para disfrutar de esa bella escena y plasmarla en sus cámaras.
El turísmo siempre ha sido una fuente generadora de riqueza y creo que deberíamos de cuidarlo mucho más, promoviéndolo de una manera mucho más ajustada a la realidad económica en la que vivimos. Así, podríamos dar más opción a que mucha gente viajase más. Igual que ha habido una revolución en el sector aéreo, con la aparición del low cost, aún queda pendiente que los establecimientos hoteleros, se adapten a la nueva realidad, con precios más ajustados.
El contínuo incremento del precio del barril de petróleo, además de afectar a las compañías aéreas, que tienen que elevar sus márgenes operativos, está afectando seriamente a la recuperación económica mundial.