Las montañas han ejercido siempre un poderoso influjo en el alma humana. Desde la aparición del hombre en la Tierra, han estado ahí, fascinando a cualquiera que soñase con conquistar sus cumbres. Albergan en ellas, los más valiosos secretos que el ser humano pudiera hallar. Solo basta con acercarse a sus laderas, para empezar a sentir los primeros síntomas. Se trata de la entrada en una nueva dimensión, espacio, tiempo, conciencia, de la que a tantos escaladores les ha sido imposible escapar. Quienes experimentan estos cambios, vuelven una y otra vez al encuentro de este espacio sagrado. Reconectan con su ser esencial, dejando atrás y en el olvido a su yo egoico. A cada paso que se asciende, como si la falta de oxígeno produjera un extraño efecto sobre la mente, ésta se vuelve más lúcida y sustancial. Esclarece y desvela cualquier atisbo de falla mental en nuestras relaciones con los demás y en la forma autómata de nuestro pensamiento.
La conciencia se expande y se une a todo lo creado. No hay división, ni confusión, ni separación. Todo forma parte de lo Único. Quienes se acercan con humildad, reconocen cuando se cruzan con un caminante, a un reflejo de si mismos. Invade la alegría y la necesidad de comunicarse en trayectos que suponen una difícil ascensión y que ponen a prueba nuestra voluntad y tenacidad. Frente a la majestuosidad de las cumbres, la perdída conexión, vuelve a recuperarse y deja una impronta en nosotros. Tal vez, haciendo un símil con la vida misma, si hubieramos sabido con antelación, la dificultad del camino para llegar a la cumbre, nos hubiésemos echado para atrás sin pensarnoslo dos veces. Este camino, no tiene una meta. El protagonísmo lo tiene el mismo viaje. La singladura, puede ser más o menos larga e incluso finalizar. Puedes abandonarla en cualquier momento. Es más, a veces es lo más aconsejable y prudente, porque la montaña no es un entorno amigable y en cualquier instante, puede mostrarte su rostro más despiadado. Si sabes cómo acometer la ascensión con seguridad y en el momento apropiado, podrás saborear la gloria de un fastuoso paisaje, que ni las mejores reproducciones de postales podrán transmitirte. Pero recuerda, la meta no es el propio objetivo sino disfrutar del viaje!.
En el principio, antes de la aparición del ser humano, todo en todas partes, se percibía con un halo de sagrada energía, no era necesario recorrer grandes distancias para hallar esa fuente energética, hasta que apareció la disonancia, que creó una profunda perturbación en este universo. El ser humano se ha acostumbrado a esta perturbación y la ha acogido en muchos casos, como si fuera un elemento consustancial a su propia vida. La clave de todo está en darse cuenta de que hay poderosas fuerzas que actúan para mantener este sistema y actuar en consecuencia para neutralizarlas, con las herramientas de la intención y la acción. Esta es la gran batalla que se está llevando a cabo en la actualidad y que es preciso desenmascarar. Desde la noche de los tiempos, así lo fue, pero en el momento presente, todo está esclareciéndose y saliendo a la luz.
Por eso, es importante, salir del confinamiento en el que estamos sumidos en las grandes ciudades y reconectar con la fuente. Esta omnipotente fuente energética está más amplificada, en aquellos lugares a los que esta influencia disociativa con la Unidad, aún no ha llegado.
Alexander von Humboldt, decía que «En las montañas está la libertad. Las fuentes de la degradación no llegan a las regiones puras del aire. El mundo está bien, en aquellos lugares donde el ser humano no alcanza a turbarlo con sus miserias».
TODO ES VIBRACIÓN
Cuando nos alejamos de esa fuente perturbadora, comienza un cambio en nuestra psique y esto se experimenta muy claramente en estos espacios vírgenes, donde la energía fluye de manera libre y sin ninguna manipulación. Especialmente sanador es escuchar el ruído que produce un río o una cascada y beber de sus aguas, libres de tratamientos químicos o de cualquier otra sustancia contaminante. Rompamos con ese círculo en el que una y otra vez hacemos girar nuestras vidas y pongamos rumbo hacia estos reinos de conciencia.
LAS DIMENSIONES SON RELATIVAS
Trasteando en la habitación, después de una jornada de extenuada caminata por los bellos territorios de la madre naturaleza, me acompañó de vuelta una Mantis Religiosa bebé. Al ir a abrir la mochila, hallé en la parte superior de la misma, un extraño bicho verde que resultó ser esta Mantis. Con mucho cuidado, la dejé en el rellano exterior de la ventana de la habitación y vino a mi mente el pensamiento de la relatividad de las dimensiones de las cosas. A mis ojos, esta Mantis, parecía diminuta, pero a los ojos de ella, si ésta tuviera conciencia, su tamaño sería perfecto y en consecuencia, podría en su pequeñez, poseer algún tipo de inteligencia de la que no llegamos a sospechar ni entender. Era una responsabilidad para mí, dejarla en un ambiente tan diferente al que había tenido, por lo que la volví a coger y la dejé en un entorno vegetal, más propicio para garantizar su supervivencia.
SOBRE EL BIEN Y EL MAL. LOS RETRÓGRADOS
La reflexión final que hago al terminar este post es, que no aceptemos el mal como algo inevitable. Protejamos a animales y personas, del sufrimiento y el dolor innecesarios. Todo está conectado con todo, y precísamente es esta energía maléfica, la que está creando división, segmentación, parcelación, fragmentación, dispersión, confusión, enfrentamiento y otras suertes de artimañas, para impedir la unión de toda la Humanidad en una sola conciencia universal. Estos entes que se alimentan del miedo y la ignorancia, son tan reales como nosotros y están sumamente preocupados, porque se les acaba el tiempo de su hegemonía sobre los seres humanos.
Es la hora del Ser Humano renacido, con toda su potencialidad. Está en nuestra mano, contribuir a acelerar el proceso con un cambio de conciencia personal. Es igualmente muy relevante, recordar acerca de la excepcionalidad de nuestra experiencia vital como seres humanos y de la grandiosidad de todo lo que nos rodea. Nunca debemos de perder esta primordial perspectiva, para jamás caer en la rutina, el aburrimiento y la apatía.
George Orwell también decía que «la Humanidad no es probable que salve la civilización a menos que pueda evolucionar un sistema del bien y del mal, que es independiente del cielo y del infierno».
El ser humano, no necesita de instituciones religiosas para conectar con su propia divinidad. Todas estas estructuras han sido creadas para retardar su iluminación, con el fin perverso de infundir confusión en el corazón del hombre. La puerta de la ascensión siempre ha estado abierta para quien con seriedad desea recorrer el camino hacia la conciencia plena.
«Lo único que necesita el mal para triunfar en el mundo es que los buenos no hagan nada»
Edmundo Burke.
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