Nos causó una enorme emoción y un gran sentimiento solidario, aquél héroe anónimo que desafiando cañones y balazos y arriesgando su propio pellejo, desafiaba a la tiranía en la Plaza de Tiananmen (R.P. China. 1989).
Esa sobrecogedora imagen del fotógrafo Stuart Franklin, plasmaba como pocas, la aspiración de todo ser humano a ser dueño de su propio destino. Nunca deberíamos de olvidar a aquellos que creyeron en nobles y justos valores, precursores de una nueva Humanidad y que nos dejaron su testimonio, en muchos casos con la propia vida. La memoria histórica debe permanecer siempre viva.